El Baño (Los Baños de Hachuelo)

 

Se desconocen las causas que influyeron en el lamentable abandono de tan precioso venero, pero su fama y su virtud es tal que de grandes distancias envían por cántaros de agua o fango, y con aplicarlo a la epidermis o frotarla suavemente con el lodo del fondo de las balsas, han desaparecido los vicios herpéticos más inveterados.

Este manantial de aguas sulfurosas llegó a ser de un gran interés social y económico hace siglos, como atestiguan varios archivos, llegando a tener hasta zona de hospedaje y capilla oratoria. Sin embargo, a mediados de 1850 ya su estado era ruinoso, como atestigua Pascual Madoz en su “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posiciones de ultramar" (1847):

“HACHUELO o JACHUELO: baños como a 900 pasos de la aldea de Alomartes, agregada al ayuntamiento. de Íllora. provincia de Granada, partido judicial de Montefrío, brotan penosamente y en un suelo estéril las aguas sulfurosas que constituyen estos baños: son minerales fríos, y han surtido prodigiosos efectos en toda clase de enfermedades cutáneas.
Antiguamente había tres recipientes cubiertos, de los cuales dos se llenaban con el agua pura del manantial, y el otro se surtía de sus derrames.
Los que acudían a tomar los baños hallaban algunas comodidades, pues tenían muchas habitaciones en que poder albergarse, y un oratorio contiguo, en que se celebraba misa los días festivos; pero ya solo existen ruinas; los vasos están obstruidos, y no quedan otros vestigios que algunos charcos saturados de fango y cieno.
Se hallan próximos a una cañadita sobre la derecha del camino que sale de Alomartes para Montefrío en tierras del cortijo de Hachuelo, perteneciente antes a la vinculación de la señora marquesa de Guerra y ahora a los señores Valverdes de Alomartes, en virtud de contrato de venta.
Por el fondo de la cañada corre un hilo de agua que lamiendo los bordes de las balsas y mezclándose con las del mineral desciende a las llanuras de la aldea de Tocón y con otras que allí se reúnen desaguan en el arroyo de Mairena. Aun cuando el agua por sí no tiene hedor, por bajo del baño reflecta un cerúleo oscuro que el observador atento sabe discernir.
Se desconocen las causas que influyeron en el lamentable abandono de tan preciso venero; pero su fama y su virtud es tal, que de grandes distancias envían por cántaros de agua o fango, y con aplicarlo a la epidermis o frotarla suavemente con el lodo del fondo de las balsas, han desaparecido los vicios herpéticos más inveterrados.
En sentir de muchos prácticos, no discrepan mucho estas aguas de las de Carratraca. Si en la actualidad ofrecen un manantial escaso debe en cierto modo atribuirse al abandono en que yacen y la obstrucción consiguiente de canículos que no permiten al líquido insinuarse. Pero. descombrando aquel fondo, y aproximándose más al origen, brotarían sin duda aguas abundantes con que cubrir todas las atenciones de los enfermos concurrentes.
A las cercanías del venero por el lado de Oriente, se está abriendo una mina que confirma la existencia de minerales bajo aquel suelo estéril, habiéndose encontrado diseminados en aquel recinto piritas de azufre y cobre, que indican un nuevo de metal que los arroje”.

En la zona existe una antigua mina que Madoz también menciona en su obra.

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