Íllora y su entorno físico

 

 

Íllora se encuentra enclavada en la subbética granadina. Localidad de una empinada orografía, posee un clima mediterráneo-continental y unos valores térmicos continentales que hacen que en el estío se sobrepasen los 40º de picos de temperaturas y en invierno se recojan valores por debajo a los 0º. Una hidrometría xérica con unos valores en torno a los 600 l/m2-año hacen que los cauces y aguas superficiales no sean ni abundantes ni regulares en el tiempo. De acentuadas sequías y bastante antropizada su geografía, basa su economía en la agricultura mayoritariamente y en menor medida en los servicios. Los recursos forestales, cinegéticos o turísticos, no están muy desarrollados y la dependencia administrativa es un lastre para una economía que no acaba de despegar.

Aun así, Íllora cuenta con una geografía amable donde la naturaleza a veces se muestra pródiga, y lugares que en los últimos decenios se han recuperado bien de modo natural (como es el caso de Sierra Pelada o El Espinar, entre otros donde se mantienen bosques autóctonos extensos), o bien repoblaciones de coníferas que, en el mejor de los casos, sombrearon el suelo y lo acondicionaron para una recuperación que deberá de ser con la ayuda de quien esquilmó estos pagos, laderas y montañas. De una naturaleza caliza, los suelos ilurquenses se han expuesto a los avatares de la antropización y de la naturaleza propiamente dicha. El ser humano, por tanto, ha debido de hacer frente a unos condicionantes atmosféricos que han creado a lo largo de los siglos una forma de vida donde construcciones, usos del suelo, y modelos sociales estuvieron ligados a los recursos disponibles.

La idiosincrasia, por tanto, del pueblo de Íllora está unida a todos estos factores expuestos y a otros tales como la llegada de otros humanos, con una cultura propia que se fue fundiendo y dando lugar a las particularidades de cada sitio. No han faltado a lo largo de los siglos y durante los últimos tres milenios llegadas de grupos humanos con una cultura que tuvo que fusionarse a la presente y adaptarse a estos paisajes: Fenicios, romanos, visigodos, árabes… y anteriormente otros pueblos, han modelado lo que hoy se puede ver a la llegada a Íllora. Restos de su cultura se encuentra enterrada y diseminada por toda la geografía ilurquense; también una cultura etnográfica que aguantó hasta hace solo unas décadas y que la tecnología ha llevado al olvido. De esa última es de la que vamos a hablar. Este estudio se basará en conocer y catalogar aquellos valores y tesoros etnográficos que aún quedan en el territorio, derruidos muchos, vapuleados por la historia. Y, como decíamos al principio, sumidos hoy en una ignominia injusta que no hace honor a nuestra cultura ni a nuestra memoria.